Ellos eran atlantes, los seres más
evolucionados sobre la tierra, pero sus ansias de poder provocaron la
destrucción de su gran imperio. No obstante, el hundimiento de la Atlántida no
logró erradicar el orgullo y la soberbia. Seth tiene sus miras puestas en Egipto, la tierra
que los cobijó y los convirtió en dioses; pero no es la ambición lo que mueve
al dios del desierto y el caos, sino el resentimiento y los deseos de venganza.
Iris, conocida por los hombres como Sejmet, diosa de la guerra, luchará para
evitar que se repitan los errores del pasado.
Sin embargo, su inmortal percepción del mundo
cambiará al conocer a Khamuni, un astuto prófugo ansioso por demostrar su
valía. En un tiempo difícil para el amor o la amistad, el destino unirá a Iris
y a Khamuni más allá de la guerra, la muerte e incluso la propia eternidad.
Es una historia completamente diferente a lo que me imaginaba cuando comencé a leerla, pero al final me engancho al instante tiene de todo un poco amor, guerra, odio, fantasía.
Iris es la protagonista de esta historia, pero
también es conocida como Sejmet la diosa de la guerra, desde hace siglos los
egipcios la consideran una diosa pero a su parecer ella simplemente es otro ser
humano que habita la tierra aunque siempre este rodeada de magia, jamás imagino
que enamorados de un ex convicto que dentro de el hay un poder único
Khamuni: lo único que tenía en mente era
conseguir la libertad para el y sus amigos, y cuando ve si oportunidad
haciéndoles creer a unos guardias que sabía ser embalsamador y así poder llegar
a Menfis, pero al llegar lo que menos esperaba era tropezar con una mujer que
le quitaría el aliento y le rogaría el corazón.
Juntos enfrentarán no sólo la guerra contra De
tu el Dios del desierto y de las tinieblas sino también enfrentarán un amor con
fecha, un amor tan grande que ambos hacen una promesa de buscarse en la
reencarnación.
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